Seguramente has escuchado que la leche da cáncer, pero no has llegado a entender cuál es la relación. Está demostrado que existe una relación entre el consumo de proteínas animales y el incremento de riesgo de cáncer. En otro post me ocupo de la relación entre el consumo de proteínas animales y el cáncer. En este post me voy a concentrar en la relación entre el consumo de leche y el riesgo de cáncer, que pasa por la caseína y el factor de crecimiento, elementos presentes en la leche.
La leche es un tema polémico
En el mundo se producen aproximadamente 754 millones de toneladas de leche, que son consumidas por unos 6,000 millones de personas, según datos de la FAO al año 2012. Por lo tanto, es una industria importante y particularmente en los países en desarrollo muchos pequeños productores dependen de esta actividad.
Dicho lo anterior, podría comenzar este post como lo hace el Dr. Elmer Huerta precisamente en un post de su blog, que trata sobre cómo el consumo de leche puede hacernos envejecer más rápido: “Este artículo no tiene la intención de ir contra la industria lechera. Este artículo no tiene la intención de ir contra los gustos de la gente a quien le encanta tomarse su lechecita diaria”, ya que hablar mal de la leche es romper esquemas.
¿Qué efectos tiene el consumo de leche?
Las razones más comunes que conocemos que sustentan una recomendación para reducir del consumo de lácteos, son algunas de las siguientes:
- Su contenido de grasas saturadas, que ayuda al incremento del colesterol,
- Es difícil de digerir
- Incrementa el riesgo para algunos tipos de cáncer
- Contribuye a la pérdida de calcio en los huesos, paradójicamente en contra de lo que se cree.
- Es una importante fuente de hormonas, incluso la de producción orgánica.
¿Cuál es la relación entre el consumo de leche y el riesgo de cáncer?
Pero en este post voy a referirme a dos elementos que explican la relación entre el consumo de lácteos y el riesgo de cáncer. Estos elementos son la caseína y el factor de crecimiento insulínico (IGF-1), que están presentes en los lácteos.
La caseína (del latín caseus, «queso»)
La caseína es una proteína que está presente en la leche y en algunos de sus derivados (productos fermentados como el yogur o el queso).
El Dr. T. Colin Campbell realizó en los años 80 un estudio en áreas rurales en China cuyos resultados publicó en el libro “El estudio de China”. En dicho estudio el Dr. Campbell también encontró que las proteínas de fuentes animales, especialmente la caseína de la leche de vaca tienen un efecto promotor del desarrollo de células cancerosas (efecto carcinógeno). Más aún, el Dr. Campbell concluyó que la caseína de la leche es el elemento químico carcinógeno más relevante que se haya identificado.
El IGF-1 (Insuline-like grow factor -1) o factor de crecimiento insulínico tipo 1
Es una hormona de estructura molecular similar a la insulina y que juega un papel importante en el crecimiento infantil. Los mayores niveles de producción se dan en la pubertad y los menores en la infancia y la vejez.
El IGF-1 es una proteína liberada por muchos tejidos y afecta prácticamente a casi todas las células del cuerpo. El principal órgano sintetizador del IGF-1 es el hígado, aunque también se produce a nivel local en la placenta, el corazón, el pulmón, el riñón, el páncreas y otros órganos.
La producción del IGF-1 es estimulada por la hormona del crecimiento y puede ser retardada por la desnutrición, la falta de sensibilidad a la hormona del crecimiento o por otros factores. La deficiencia del IGF-1 se traduce en una baja estatura.
Existen investigaciones que han concluido que el IGF-1 promueve el crecimiento y expansión de las células cancerosas y que el tener un nivel elevado de IGF-1 en el cuerpo ha sido relacionado con un incremento del riesgo del desarrollo de varios tipos de cáncer.
La leche, como la carne y otras proteínas animales, contribuyen al incremento de los niveles del IGF-1 en el organismo. En base a lo expuesto anteriormente, resulta sensato al menos en el caso de un paciente con cáncer, reducir el nivel de IGF-1 a través de limitar el consumo de proteínas animales.
El Gobierno de Canadá recomienda limitar el consumo de lácteos
En la actualización que hizo el Gobierno de Canadá en el 2019 a sus recomendaciones alimentarias, que se reflejan en el plato de comida recomendado, ya no establece una recomendación específica de consumo de leche. Por el contrario, considera los lácteos como una de las fuentes de proteína, dentro del 25% reservado a las proteínas tanto animales como vegetales. Adicionalmente, recomienda que el agua sea la bebida de preferencia.
¿Debemos dejar la leche?
Después de conocer la relación entre el consumo de lácteos y el riesgo de cáncer, seguramente muchos se preguntarán ¿Los 6,000 millones de personas que toman leche en el mundo están en riesgo inminente de enfermarse de cáncer?
La respuesta es: Depende. Como explico en otro post (Cuatro estrategias de tratamiento natural para el cáncer) no se sabe a ciencia cierta las razones por las que una persona desarrolla un cáncer. Se dan casos de personas que fumaron toda su vida pero no llegan a enfermarse de cáncer (aunque muy probablemente de otra cosa) o muchas personas que toman leche toda su vida pero que no desarrollan ningún tipo de cáncer.
Existen factores que pueden influir en el riesgo de desarrollar cáncer como la alimentación, un sistema inmune deprimido, el estrés o la acción de contaminantes del ambiente, entre otros. El desarrollo de la enfermedad se podría dar en función de la confluencia de uno o más factores.
Sin embargo, dado que existe una relación entre el consumo de lácteos y el riesgo de cáncer, resulta sensato que una persona enferma de cáncer retire los lácteos y otras proteínas animales de su dieta. Consumir proteínas animales para un enfermo de cáncer es como echarle más leña al fuego.
Existen las leches vegetales
No obstante, en el supuesto de que te haya convencido de que no es recomendable beber mucha leche, nuestra cultura y toda la información que tenemos disponible alrededor, nos lleva a pensar que no podríamos vivir sin ella. No nos imaginamos con qué tomar el cereal de la mañana, cómo hacer nuestro café con leche o cómo preparar las recetas que incluyen leche o crema.
¡Tranquilos!, existe un mundo de posibilidades con las leches vegetales (de coco, de almendra, de ajonjolí, soya, etc.) y otros productos vegetales que ayudan a reemplazar la leche y sus derivados, y lo hacen de una manera bastante digna.
Consumo de leche y el riesgo de cáncer – Conclusión
Mi intención no ha sido convencer a quienes no están enfermos de cáncer de dejar la leche de vaca y que opten por los productos vegetales alternativos. Mi intención es presentar la información que está disponible sobre la relación entre el consumo de lácteos y el riesgo de cáncer, pero que no tiene mucha difusión. Esto ocurre en parte por nuestra cultura y en parte porque hay diferentes intereses en juego.
Una recomendación tanto si somos pacientes de cáncer como si un familiar nuestro ha sido tocado por esa enfermedad: Piensen mucho antes de seguir consumiendo carnes o leche, ya que el reducir o evitar su consumo ayudará mucho en el tratamiento y recuperación.
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Algo salió mal
Cecilia Muñoz says
Muy interesante Héctitor, gracias
Saludos
Luis Alfonso Jiménez Santos. says
Muy interesante la información relacionada con la leche y las carnes en relación al cáncer. El que con una luz se pierde es porque no quiere ver. Gracias por la recomendación y el esfuerzo de su estudio para publicarlo. Saludos cordiales.