
Las enfermedades crónicas no surgen de pronto, son el resultado de un proceso de gestación lento y silencioso relacionado con un deterioro progresivo del metabolismo. Eso significa que con el tiempo, el cuerpo va perdiendo la capacidad de convertir los alimentos que consumimos en energía, de forma eficiente. Dicho proceso que puede manifestarse de múltiples maneras, es un factor importante que contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares, Alzheimer, cáncer, como también puede afectar la salud mental. Este proceso lleva a lo que conocemos como, síndrome metabólico.
Teniendo en cuenta que hoy en día son más accesibles que nunca los medios de detección y prevención temprana, tenemos la oportunidad de actuar antes de que la enfermedad se afiance.
¿Cómo afecta el síndrome metabólico a la salud?
Aunque se suelen utilizar indistintamente los términos enfermedad metabólica y síndrome metabólico, estos no significan lo mismo. Las enfermedades son trastornos como la diabetes tipo 2, la obesidad o el hígado graso, que tienen criterios de diagnóstico muy claros y requieren intervención, mientras que el síndrome metabólico se refiere a desequilibrios metabólicos en una etapa inicial, como la elevación ligera del nivel de glucosa, colesterol o la presión arterial, que aún no se consideran enfermedades, pero que indican un riesgo a futuro.
El síndrome metabólico gira en torno a dos problemas fundamentales: la resistencia a la insulina y la inflamación crónica. Cuando las células se vuelven resistentes a la insulina, el páncreas lo compensa produciendo más insulina. Dado que las células no responden a la insulina, lo anterior lleva a una acumulación de glucosa y de insulina en la sangre, lo que a su vez contribuye a la inflamación.
Efectos en los sistemas del cuerpo
Todo ello lleva a una sobrecarga del organismo y contribuye a problemas metabólicos sistémicos, que pueden tener los siguientes efectos en la salud:
- Corazón: Los niveles persistentemente elevados de insulina y glucosa incrementan la inflamación en el cuerpo, lo que daña el revestimiento de los vasos sanguíneos, perdiendo poco a poco su característica fundamental de ser lisa. Estas condiciones son propicias para la formación de la placa, como una reacción de defensa del cuerpo, que con el tiempo contribuye a la rigidez de los vasos y al incremento de la presión. Este cuadro incrementa el riesgo problemas cardiovasculares.
- Cáncer: La insulina es un potente factor de crecimiento. Los niveles elevados y sostenidos de insulina y hormonas como el IGF-1 (Factor de crecimiento similar a la insulina) estimulan el crecimiento y la división celular, creando un entorno que puede favorecer el crecimiento de células cancerosas.
- Cerebro: El síndrome metabólico desempeña un papel tan importante en el deterioro cognitivo que la enfermedad de Alzheimer a veces se denomina diabetes tipo 3. La resistencia a la insulina en el cerebro afecta el uso de la glucosa como combustible, lo que provoca estrés oxidativo y la acumulación de placa que con el tiempo comienza a interferir en la capacidad cognitiva. La inflamación crónica, impulsada por un control deficiente de la glucemia, también es un factor determinante de la depresión y la ansiedad.
- Hígado: El exceso de glucosa y grasa saturan el hígado y lo obligan a almacenar el excedente como grasa, lo que provoca la enfermedad del hígado graso, que eventualmente puede avanzar a fibrosis y finalmente a cirrosis.
¿Por qué todos estamos potencialmente en riesgo de síndrome metabólico?
A pesar de las suposiciones convencionales, los expertos advierten que el aumento de las tasas de diabetes tipo 2 y de resistencia a la insulina indican que todos estamos potencialmente en riesgo, incluyendo a quienes son físicamente activos y mantienen un peso saludable. Las cifras de incidencia de estos problemas registradas hoy en día son las más altas de la historia.
Sin embargo, la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina no son problemas de salud que algunas personas desarrollan y otras no, por razones como la genética. La genética puede influir, pero los factores del ambiente de la persona (alimentación, ejercicio, calidad de sueño, etc.) son los que tienen la mayor influencia en el riesgo de desarrollarlas. Y dado que es un proceso silencioso, podemos ir gestando el problema internamente durante años sin darnos cuenta, hasta que comenzamos a sentir síntomas.
El peso por sí solo no es un indicador suficientemente preciso de la salud metabólica. Se estima que un 20 % de las personas delgadas tienen síndrome metabólico.
Señales sutiles que pueden indicar la presencia de síndrome metabólico incipiente
Nuestro cuerpo puede darnos señales sutiles antes de que el síndrome metabólico se desarrolle por completo. Los problemas dentales como las caries, pueden indicar la presencia de síndrome metabólico mucho antes del diagnóstico de diabetes, ya que la mala salud metabólica y la caries dental comparten los mismos rasgos en la alimentación, en particular el consumo frecuente de carbohidratos refinados.
Tu piel también puede darte pistas tempranas. Los acrocordones (cierto tipo de piel que crece en zonas típicas) y la acantosis pigmentaria (manchas oscuras y aterciopeladas que suelen aparecer en el cuello) están fuertemente asociados con la resistencia a la insulina. Más aún, de acuerdo con este estudio publicado en el 2018, las personas con psoriasis tienen una prevalencia significativamente mayor de síndrome metabólico, incluyendo resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.
El acné persistente y las afecciones inflamatorias como asma, rinitis alérgica y eccema también suelen presentarse junto con el síndrome metabólico. El aumento de peso especialmente alrededor del abdomen, puede indicar que el cuerpo se está volviendo menos eficiente al convertir los alimentos en energía y más propenso a almacenar el exceso de calorías como grasa.
Los bajones de energía después de las comidas son otra pista sutil que a menudo refleja un manejo deficiente de la glucosa o resistencia a la insulina. Los marcadores alterados como el aumento de la presión arterial, el colesterol o los triglicéridos elevados, también pueden aparecer años antes del desarrollo de la obesidad o diabetes.
Qué puedes hacer hoy
Adoptar rasgos del estilo de vida saludables es algo fundamental para evitar el síndrome metabólico y las personas son quienes mejor conocen sus vidas. Estamos entrando en una nueva era en la atención médica donde el estilo de vida es fundamental. Para muchos de nosotros puede ser la medicina más poderosa a la que tendremos acceso.
¿La clave? Simplemente empezar.
Puede ser difícil comenzar a hacer cambios en los rasgos del estilo de vida, especialmente si llevamos mucho tiempo siguiendo hábitos que no son adecuados. No debemos abrumarnos y tengamos presente que lo más importante es comenzar con cambios pequeños que se van a ir acumulando con el tiempo.
Los expertos recomiendan comenzar por lo básico: mejorar la dieta, eliminar los alimentos ultraprocesados, intentar hacer una hora y media de ejercicios aeróbicos y de resistencia a la semana y dormir entre 7 y 8 horas todos los días. Algo muy importante, que no se suele tomar en cuenta en estos aspectos, es controlar el estrés. Si la persona está estresada, será difícil que obtenga resultados por más que esté haciendo otros cambios.
Una persona sometida a estrés crónico mantiene permanentemente en su cuerpo niveles altos de cortisol, lo que altera la regulación de la insulina y fomenta la acumulación de grasa. De esa manera, los cambios en la alimentación y la práctica de ejercicio serán menos efectivos.
Muchas enfermedades metabólicas pueden mejorarse y en ocasiones revertirse, mediante la pérdida de peso, una alimentación variada, el ejercicio y en caso de ser necesario, la medicación.
El camino por delante
De acuerdo con un enfoque holístico o de medicina funcional, cuyo objetivo es lograr que todos los sistemas del cuerpo funcionan en forma armoniosa, nosotros debemos ser los directores ejecutivos de nuestra propia salud y limitar el rol de los médicos al de meros consultores.
Cuando se trata de enfermedades crónicas, siempre es posible mejorar los indicadores a través de cambios en el estilo de vida. Si has comenzado a hacer cambios, pero no estás obteniendo mejoras es posible que tengas que cambiar de médico por otro que tenga los mismos objetivos que tu. La medicina convencional tiene el enfoque de manejar enfermedades, mientras que lo que tu necesitas de un médico es que te ayude a mejorar la salud y mantenerla en buen estado.
Recuerda que cuidar la alimentación, el movimiento, el sueño y manejar el estrés son aspectos fundamentales para prevenir las enfermedades crónicas. Si necesitas a alguien que te guíe y acompañe en ese proceso, yo puedo hacerlo. Tengo la preparación y la experiencia requeridas. Si quieres saber más consulta mi página del servicio de coaching.
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