El eje intestino-cerebro es algo muy real. A través de esta conexión se puede encontrar una explicación a algunos problemas estomacales y viceversa. Cuando una sensación fuerte nos provoca nauseas o sentimos “mariposas” en el estómago cuando tenemos nervios, estas son manifestaciones de esa conexión entre intestino y cerebro. Igualmente, eso explica el hecho de que al pensar en comer, nuestro estómago comience a segregar los jugos gástricos. El tracto intestinal es sensible a las emociones como rabia, ansiedad o tristeza y todos esos sentimientos pueden activar síntomas gastrointestinales.
El intestino y el cerebro mantienen una comunicación constante e intercambian información 24 horas al día. Sin importar si estamos dormidos o despiertos, desde el día que nacemos hasta que dejemos de respirar.
El eje intestino-cerebro es una importante vía de comunicación
El eje intestino-cerebro no sólo coordina las funciones digestivas básicas. También interviene en distintos aspectos de nuestra vida, como la forma en que nos sentimos, tomamos decisiones, cómo socializamos y cuánto comemos.
El nervio vago es clave en el eje intestino-cerebro
Además de albergar la mayor parte del sistema inmunológico, el tracto intestinal es considerado como el segundo cerebro.
Tenemos dos sistemas nerviosos: el sistema nervioso central, compuesto por el cerebro y la médula espinal, y el sistema nervioso entérico, que es intrínseco del tracto gastrointestinal. Ambos están formados exactamente del mismo tejido.
Las neuronas son un tipo de células que se encuentran en el cerebro y en el sistema nervioso central y que controlan diversas funciones del organismo. El cerebro humano tiene aproximadamente 100 mil millones de neuronas y en el intestino se alojan 500 millones de neuronas. Ambos grupos de neuronas están conectadas a través del sistema nervioso.
Estos dos sistemas se conectan por medio del nervio vago, que va desde el cerebro hasta el abdomen. Está demostrado que el nervio vago es la vía principal que utilizan los microorganismos del intestino para transmitir información al cerebro.
El nervio vago juega un rol importante en el eje intestino-cerebro, transmitiendo señales en ambos sentidos. Esto puede explicar por qué el estado de salud del sistema digestivo puede tener un efecto en el aspecto emocional o el estrés.
El eje intestino-cerebro y los neurotransmisores
En el eje intestino-cerebro existe un medio de comunicación a través de unos químicos denominados neurotransmisores. Los neurotransmisores producidos en el cerebro controlan los sentimientos y las emociones. Por ejemplo, el neurotransmisor serotonina contribuye al sentimiento de felicidad y también ayuda a controlar el reloj biológico.
En forma interesante, muchos de esos neurotransmisores también son producidos por las células del intestino y los miles de millones de microorganismos que viven en él. Una alta proporción de serotonina es producida en el intestino.
Los microorganismos del intestino también producen un neurotransmisor denominado ácido gamma-aminobutírico (GABA), que ayuda a controlar los sentimientos de miedo y ansiedad. Se ha encontrado en estudios de laboratorio que ciertos probióticos pueden incrementar la producción de GABA y reducir la ansiedad y el comportamiento relacionado con la depresión.
Los microorganismos del intestino producen otros químicos que afectan al cerebro
Los microorganismos que viven en el intestino también producen otros químicos que afectan la forma en que funciona el cerebro. Estos son los ácidos grasos de cadena corta (AGCC) como el butírico, el propiónico y el acético, que son producidos en importantes cantidades.
Al digerir la fibra, los microorganismos del intestino producen AGCC. Estos afectan las funciones del cerebro de distintas maneras, como reduciendo el apetito.
En un estudio se encontró que consumir propionato puede reducir la ingesta de alimentos y reducir la actividad en el cerebro del sistema de recompensas relacionado con alimentos altos en energía.
El butirato (Otro AGCC) y los microorganismos que lo producen, también son importantes para formar la barrera entre el cerebro y la sangre, que se denomina barrera hematoencefálica. Los microorganismos del intestino también metabolizan los ácidos biliares y los aminoácidos para producir otros químicos que afectan el cerebro.
Los ácidos biliares son químicos producidos por el hígado que normalmente participan en la absorción de las grasas ingeridas. Sin embargo, también pueden afectar el cerebro.
Dos estudios desarrollados con animales encontraron que el estrés y los trastornos sociales reducen la producción de ácidos biliares por los microorganismos del intestino y alteran los genes involucrados en su producción.
Probióticos, prebióticos y el eje intestino-cerebro
Partiendo de que los microorganismos del intestino afectan la salud del cerebro, podríamos pensar que al modificar los microorganismos se mejore la salud del cerebro.
Los probióticos son microorganismos vivos que proveen beneficios para la salud al ser consumidos. Sin embargo, no todos los probióticos son iguales. Los probióticos que afectan el cerebro se conocen como psicobióticos. Algunos probióticos han demostrado que pueden mejorar los síntomas de estrés, ansiedad y depresión.
En un estudio realizado con personas con síndrome del intestino irritable y ansiedad o depresión en un nivel ligero a moderado. Se encontró que tomar la cepa de probiótico Bifidobacterium longum por seis semanas mejoró los síntomas en forma significativa.
Los prebióticos son típicamente fibras que contienen los alimentos y que son fermentadas por los microorganismos del intestino. Los prebióticos pueden afectar también la salud del cerebro.
En otro estudio se encontró que tomar la cepa de probiótico galactooligosacáridos por tres semanas redujo la cantidad de cortisol (la hormona del estrés) en el cuerpo de forma significativa.
Conexión de los problemas gastrointestinales con los cambios de temperamento
El sistema nervioso entérico puede tener bastante responsabilidad en los importantes cambios de humor que experimentan las personas con síndrome del intestino irritable y otros problemas digestivos como estreñimiento, diarrea, embotamiento, o malestar intestinal. Desde hace décadas los investigadores y doctores han considerado que la ansiedad y la depresión contribuyen a esos problemas. Pero estudios más recientes muestran que mas bien la relación se da en el sentido inverso. Se han encontrado evidencias de que la irritación en el sistema digestivo puede enviar señales al sistema nervioso central que disparen esos cambios de humor.
Estos nuevos descubrimientos pueden explicar por qué un porcentaje mayor de lo normal de gente con síndrome del intestino irritable y otros problemas intestinales, desarrolla depresión o ansiedad. Esto es importante porque cerca del 30 a 40% de la población tiene problemas intestinales en algún momento.
Si te interesa el tema de la microbiota intestinal puedes leer Funciones de la microbiota intestinal, en este mismo blog.
Referencias
The Human Brain in Numbers: A Linearly Scaled-up Primate Brain
The gut-brain axis: interactions between enteric microbiota, central and enteric nervous systems
Gut/brain axis and the microbiota
Mind-altering microorganisms: the impact of the gut microbiota on brain and behaviour
Gut feelings: the emerging biology of gut–brain communication
Vagus Nerve as Modulator of the Brain-Gut Axis in Psychiatric and Inflammatory Disorders
The Neuro-endocrinological Role of Microbial Glutamate and GABA Signaling
Intestinal Short Chain Fatty Acids and their Link with Diet and Human Health
Butyrate, neuroepigenetics and the gut microbiome: Can a high fiber diet improve brain health?
Psychobiotics: a novel class of psychotropic
Última actualización:
¿Quieres más contenido como este? ¡Suscríbete!
Suscríbete y podrás descargar gratis mi ebook sobre el caso de sanación de leucemia con métodos naturales de Glenn Sabin.
¡Perfecto! Para asegurar que tus datos están correctos, sigue el link del email enviado a tu bandeja de entrada.
Algo salió mal
Deja una respuesta