Desde mi punto de vista como investigador sobre aspectos relacionados con el cáncer, además desde mi experiencia personal con esa enfermedad, considero que el problema del incremento de incidencia de cáncer en el Perú o en el Mundo no se corrige con una ley que regule la administración de los tratamientos. En este artículo me refiero a la realidad de la cobertura de seguro en el Perú, al incremento de la incidencia de cáncer, cuáles son las perspectivas a futuro, explico en forma breve cómo se produce el cáncer y sustento mi planteamiento con dos razones.
Antecedentes
El 9 de agosto del 2021 el gobierno de Pedro Castillo promulgó la Ley Nacional del Cáncer (Ley Nº 31336) que como dice a la letra su objetivo es “garantizar la cobertura universal, gratuita y prioritaria de los servicios de salud para todos los pacientes oncológicos, indistintamente al tipo de cáncer que padezcan, con la finalidad de asegurar el acceso al derecho fundamental a la salud en igualdad de condiciones y sin discriminación”. El respectivo reglamento se promulgó el 29 de marzo del 2022, año y medio después.
Unos dos años después se sigue discutiendo sobre su aplicación y principalmente si se dispone del presupuesto necesario para que el Estado se encargue de sufragar todos los gastos que demandará su aplicación.
Con respecto a la aplicación de la ley, hay un aspecto que está originando discusiones, con relación a la solicitud hecha por las empresas aseguradoras para que no se les exija la utilización de “medicamentos innovadores” o “experimentales” en los casos en que estos medicamentos aún no hayan obtenido un nivel de madurez en los estudios que los sustentan. Las asociaciones de usuarios o pacientes consideran que esas limitaciones estarían también limitando sus posibilidades de recuperación.
Realidad de la cobertura de seguro en el Perú
En el Perú, como en otros países de Latinoamérica, hay un sector de la población que tiene la posibilidad de acceder a un plan de seguro privado, pero son muy pocos. La mayoría de personas no tiene una cobertura de seguro o sólo puede acceder al Sistema Integral de Salud (SIS) del Ministerio de Salud.
Para ponerle cifras, de acuerdo con una nota de prensa del INEI, el 88.6% de la población cuenta con alguna cobertura de seguro, aunque de ese grupo el 61.3% accede únicamente al SIS.
En resumen, el 11.4% de la población no cuenta con ningún seguro y sólo el 34% accede a un seguro privado. Menciono esto para reforzar que sólo quienes tienen acceso a un seguro privado tendrán mejores posibilidades de acceder a los tratamientos que requieran, con mejor oportunidad, claro está dependiendo del tipo de cobertura que tengan y asumiendo que pudieran afrontar los gastos del copago para los costosos tratamientos oncológicos.
Evolución de la incidencia de cáncer
La cantidad de nuevos casos de cáncer reportados en el Perú entre el 2019 y el 2023 se incrementó en 280%. Por otro lado, la cantidad de muertes por cáncer entre personas adultas entre 20 y 59 años se incrementó en 26%, considerando los últimos 5 años hasta el 2023.
Respecto de la incidencia a nivel mundial en el cuadro siguiente se presenta la incidencia compuesta de los 8 países que tienen mayor índice de desarrollo humano (Australia + Dinamarca + Alemania + Irlanda + Países bajos + Noruega + Suecia + Suiza). En realidad Hong Kong, Islandia y Liechtenstein se encuentran en los 8 primeros lugares del índice de desarrollo humano y deberían estar en esa lista, lo que ocurre es que no aparecían sus datos en el sitio de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer.
Incremento en la incidencia de cáncer en el futuro
Con relación a las perspectivas de incremento de la incidencia de cáncer en el futuro, de acuerdo con la OMS para el 2050 se detectarán más de 35 millones de nuevos casos de cáncer, un aumento del 77% con respecto a los 20 millones de casos estimados para el 2022.
Este rápido crecimiento refleja tanto el envejecimiento como el crecimiento de la población, así como los cambios en la exposición de las personas a factores de riesgo, varios de los cuáles están asociados con el desarrollo socio económico. El tabaco, el alcohol y la obesidad son factores clave detrás de la creciente incidencia del cáncer y la contaminación del aire sigue teniendo un rol clave dentro de los factores de riesgo ambiental.
A pesar de los avances que se han logrado en la detección temprana y en el tratamiento y atención de los pacientes con cáncer, existen disparidades significativas en los resultados de los tratamientos, no sólo entre las regiones de altos y bajos ingresos del mundo, sino también al interior de los países.
¿Cómo se produce el cáncer?
Antes de continuar, es importante tener un nivel de conocimiento mínimo homogéneo sobre cómo y por qué se desarrolla el cáncer. A continuación lo voy a explicar en forma muy comprimida y para quienes quieran profundizar adjunto un link a un artículo de mi sitio web.
El término cáncer se relaciona con más de 200 enfermedades diferentes, pero todas se caracterizan porque determinados tipos de células comienzan a multiplicarse de forma descontrolada.
El crecimiento y reproducción de cada célula en el cuerpo está controlado en forma natural por ciertos mecanismos. Esta regulación determina el tamaño y funciones de los tejidos y órganos.
Una célula se convierte en cancerosa cuando ha sufrido sucesivas mutaciones en su ADN que la llevan a adquirir entre otras, dos características: 1) Pierde la capacidad para morir en forma programada (apoptosis) y 2) Se reproduce en forma descontrolada. El proceso por el que una célula normal se convierte en cancerosa no es inmediato y puede tomar años.
Las mutaciones son el resultado de la interacción entre los factores genéticos de una persona y cuatro categorías de factores externos que incluyen 1) carcinógenos físicos, como las radiaciones, 2) carcinógenos químicos como el asbesto o el tabaco, 3) carcinógenos biológicos, como el virus del papiloma humano y 4) rasgos del estilo de vida, como la alimentación o el ejercicio.
El grado de exposición de una persona a esos factores externos va a determinar el riesgo de que se produzcan mutaciones en cantidad suficiente para comenzar a ser un problema. El cuerpo cuenta con el sistema inmunológico, que tiene una gran capacidad para identificar y destruir las células que han mutado. Por ello es muy importante cuidar que nuestro sistema inmunológico permanezca en buen estado.
El cáncer no es inevitable, tampoco es hereditario (solo un 10% de los casos se explican exclusivamente por la genética), ni es azar o mala suerte ya que como expliqué, sus factores de riesgo están perfectamente identificados.
Hoy en día entendemos que la prevención es hacerse los controles periódicos y así nos quedamos tranquilos. No obstante, si nos limitamos a los chequeos no estamos haciendo prevención. La verdadera prevención es adoptar proactivamente prácticas del estilo de vida que reduzcan el riesgo de desarrollar la enfermedad. Limitarse a hacer los controles es esperar pasivamente a que un día nos den una mala noticia y pasar a formar parte de las estadísticas.
¿Qué hacemos hoy ante un diagnóstico de cáncer?
Muchos de los nuevos casos de cáncer que se detectan se encuentra en una etapa avanzada y las probabilidades de éxito con los tratamientos convencionales dependerán del tipo de cáncer y de las características particulares del caso. Hoy en día existen diversas herramientas de la medicina convencional para enfrentar un diagnóstico de cáncer, pero su aplicación en forma individual o combinada dependerá del caso particular.
De acuerdo con las estadísticas la mortalidad por cáncer está tendiendo a bajar en la mayoría de los tipos lo cual es bueno, gracias a todas las campañas que se hacen para que las personas tomen conciencia de hacerse los controles, mejorando así las probabilidades de detectarlo en una etapa temprana.
No obstante, la incidencia de nuevos casos de cáncer se está incrementando prácticamente en todos los tipos y aunque de acuerdo con lo anterior muchos de esos nuevos casos no serán mortales, los pacientes de cáncer tendrán que ser sometidos a tratamientos que implican en alguna medida cirugía, quimioterapia y/o radioterapia.
Como sabemos, esos tratamientos son costosos y pueden dejar secuelas, y las personas en su afán de buscar la recuperación, terminarán en muchos casos con sus economías seriamente afectadas o directamente en la ruina. Se podría evitar todo ese proceso si se aplicaran medidas de prevención que apunten verdaderamente a disminuir la incidencia de casos de cáncer a través de cambios en el estilo de vida y por lo tanto evitar en gran medida el sufrimiento.
¿Es una ley que regule la aplicación de los tratamientos lo que necesitamos?
Todo lo expuesto anteriormente sirve como preámbulo o antecedente para hablar en concreto sobre la ley del cáncer y afirmar que aunque tenga buenas intenciones, considero difícil que logre su objetivo de reducir la incidencia y/o la mortalidad por cáncer.
A continuación expongo dos razones que sustentan mi posición:
Razón 1: El enfoque reduccionista de la medicina moderna
Desde las primeras formas de curación practicadas por las civilizaciones antiguas hasta las tecnologías médicas de vanguardia de la actualidad, a lo largo del tiempo la medicina ha experimentado cambios significativos en su forma de actuar. Uno de los cambios más profundos en la historia de la medicina ha sido el paso de un enfoque holístico a uno reduccionista.
El holismo es una doctrina filosófica orientada hacia la concepción de la realidad como un todo diferente a la suma de las partes que la componen. Por otro lado el enfoque reduccionista ve al cuerpo como una máquina, con partes individuales que pueden estudiarse, revisarse o repararse en forma independiente, en el entendido de que no tenemos que preocuparnos por las interacciones entre ellas.
En sus inicios, la medicina era practicada a menudo por líderes espirituales o religiosos que buscaban restaurar el equilibrio del cuerpo, la mente y el espíritu de sus pacientes.
En el siglo XIX y principios del XX, la medicina se volvió cada vez más especializada y los médicos se centraban en áreas específicas del cuerpo o enfermedades específicas, aunque el enfoque reduccionista de la medicina realmente cobró fuerza a mediados del siglo XX.
Así, la medicina pasó a centrarse en identificar y tratar enfermedades o afecciones específicas, relacionadas con sistemas diferentes del cuerpo, mediante el uso de medicamentos o cirugías específicos para el problema en cuestión.
El desarrollo vertiginoso de las tecnologías y tratamientos médicos de las últimas décadas se ha dado bajo ese enfoque reduccionista, lo que en parte ha permitido obtener esos avances. No obstante, el enfoque reduccionista tiene el riesgo de que se ignoran las complejas interacciones que existen entre los diferentes sistemas del cuerpo. El cuerpo humano no es un conjunto de partes que se integran sino un conjunto de sistemas que interactúan entre si a través de complejos mecanismos. De esa forma, un síntoma en un sistema puede ser el reflejo de un problema en otro sistema.
Bajo el enfoque reduccionista no considera otros aspectos de la persona
La forma como se enfrenta hoy en día un diagnóstico de cáncer es el reflejo de ese enfoque reduccionista. Todos los medios de la medicina se centran en una sola cosa: Atacar el tumor, entendiendo que esa es la enfermedad. Sin embargo, ese tumor es solamente un síntoma de otra enfermedad, que puede tener muchas aristas y que requiere un entendimiento profundo del ambiente del enfermo para identificar los factores que están haciendo que el cuerpo desarrolle cáncer.
Específicamente en el caso del cáncer, la medicina moderna no le da importancia al efecto que pueden tener los aspectos emocionales como el estrés en sus distintas manifestaciones, que afectan el sistema inmunológico o el papel de alimentación, ya que los alimentos deben proveer al cuerpo los nutrientes que necesita para que todas sus funciones vitales se desarrollen en forma correcta. Tampoco se le da la importancia que requiere al ejercicio físico para promover la salud.
En resumen, lo que ocurre actualmente es que apuntamos y disparamos todas nuestras baterías cuando ya se ha manifestado la enfermedad y además en la dirección equivocada, porque no hacemos nada para actuar sobre las causas del cáncer. El enfoque utilizado es correctivo, como una empresa que espera a que sus máquinas se averíen para repararlas, sabiendo que en ese caso los daños al negocio pueden ser cuantiosos, en lugar de aplicar un programa de mantenimiento preventivo, buscando evitar que haya fallas.
Finalmente volviendo al cáncer, si se actúa para reducir la incidencia de los factores de riesgo, como en el mantenimiento preventivo, se podrían reducir en forma importante los nuevos casos de cáncer. Eso implicaría menos sufrimiento, menores gastos médicos (de las personas y del Estado), menos secuelas o efectos secundarios, y menos horas laborales perdidas, entre otros aspectos.
Razón 2: No es viable económicamente
El otro problema que veo es la viabilidad económica. Los tratamientos convencionales para el cáncer son muy costosos. Podríamos pensar que eso no es novedad, pero cuando se trata de los tratamientos de última generación como la inmunoterapia o los últimos productos de quimioterapia, estamos hablando de cifras aún más altas, que muy pocas personas estarían en posición de asumirlas en caso de no tener un seguro y aún en caso de tenerlo es posible que su póliza no lo cubriera.
De acuerdo con lo que expresa la nueva ley, el estado debe garantizar el acceso de todas las personas a los tratamientos para el cáncer.
Sin embargo, en base a lo anterior y dada la creciente incidencia de casos de cáncer, el presupuesto que debería acompañar la aplicación de dicha ley tendría que ser muy grande y por lo tanto prácticamente imposible. Muy bonito en el papel pero inaplicable.
Para reforzar mi punto sólo basta recordar que en la actualidad existen problemas de disponibilidad de medicamentos en el sistema público. Teniendo en cuenta que son medicamentos de un costo unitario bastante menor y si extrapolamos ese problema a los medicamentos oncológicos con un ticket mucho mayor, no es difícil imaginar largas listas de espera para acceder a los tratamientos.
Conclusión: La ley puede tener buenas intenciones pero no ataca la raíz del problema
Entonces en el caso del cáncer, al igual que en otros ámbitos del funcionamiento del estado, como lo que ocurre con la delincuencia, las cosas no se arreglan con la existencia o falta de una ley, tanto peor si la ley apunta en la dirección equivocada.
Sin embargo, desde el lado de la prevención considero que se podría ayudar desde el estado implementando normativas para direccionar a la ciudadanía y a la industria de alimentos hacia la promoción de hábitos de alimentación saludables.
Por ejemplo, desincentivando el consumo de comida procesada o bebidas azucaradas a través de una regulación estricta de la publicidad, especialmente en el caso de niños o fomentando la práctica de deporte en detrimento del tiempo que pasan nuestros niños y jóvenes frente a una pantalla, promoviendo el desarrollo de divisiones de menores en los diferentes deportes o a fomentar la realización de actividades en comunidad.
Fomentar hábitos de vida saludables es un dinero del estado mucho mejor invertido, ya que tiene una serie de beneficios colaterales, como una reducción en el presupuesto para el sector salud, cuya mayor proporción hoy en día se va al manejo de las enfermedades crónicas derivadas de los rasgos del estilo de vida moderno, entre ellas el cáncer.
Otros beneficio es una mayor productividad laboral en todas las empresas y en general una población con mayor bienestar (suena algo ideal pero perfectamente posible).
Como una referencia, recientemente se realizó una sesión en el Senado de Estados Unidos sobre el tema de las enfermedades crónicas y nutrición.
De acuerdo con una científica que participó en esa sesión: “La salud de ese país está siendo destruida debido a enfermedades crónicas que se pueden prevenir. Si las tendencias actuales continúan, podríamos enfrentarnos a una profunda inestabilidad social y a una disminución de la competitividad, en el mejor de los casos, y a un colapso sanitario de nivel genocida, en el peor.” En resumen, la esperanza de vida de un ciudadano estadounidense promedio es 8 años menos que uno de Japón o Suiza.
Considero que ese es el tipo de atención que se le debería dar al cáncer y a las otras enfermedades crónicas, que están altamente relacionadas con la forma como vivimos.