Introducción
La demencia es un grupo de desórdenes que se caracterizan por una disminución en el nivel cognitivo, que afecta las actividades de la vida diaria y la interacción social. La demencia plantea uno de los mayores desafíos globales para la salud y la asistencia social en el siglo XXI. Debido a ello, se están dando distintos esfuerzos con el fin de identificar las causas del Alzheimer o demencia en general, de manera de poder actuar sobre el riesgo de padecerla.
De acuerdo con cifras de la OMS, para el año 2015 la demencia afectaba a 50 millones de personas a nivel mundial (aproximadamente el 5% de la población de adultos mayores de 60 años).
Se espera que el número de personas con demencia se incremente a 82 millones en el año 2030 y a 152 millones para el año 2050. Esas cifras representan una proporción de entre el 5% y 8% de la población mundial de 60 o más años. Esa es una proporción alta y se explica por el efecto combinado de un incremento exponencial de la incidencia de la demencia en la edad avanzada y al mismo tiempo porque la población mundial está envejeciendo.
Directrices de la OMS para actuar sobre las causas del Alzheimer y demencia en general
En mayo del 2017 la 70° Asamblea Mundial de la Salud aprobó el plan de acción global sobre la respuesta de salud pública al deterioro cognitivo y la demencia para el período 2017-2025.
La visión del plan de acción es lograr que en el mundo se prevenga la demencia y la gente con demencia junto con sus cuidadores vivan bien y reciban el cuidado y soporte que necesitan para alcanzar su potencial con dignidad, respeto, autonomía e igualdad. La meta del plan de acción es mejorar las vidas de la gente con demencia, sus cuidadores y familias, al mismo tiempo que reducir el impacto de la demencia en ellos así como en sus comunidades y países.
Aunque no se conoce aún ningún tratamiento que permita revertir la demencia, el abordaje proactivo de los factores de riesgo modificables (causas del Alzheimer) puede retrasar o desacelerar la aparición o la progresión de la enfermedad.
El plan de acción de la OMS incluye siete áreas de acción estratégicas, siendo una de ellas la reducción del riesgo de demencia. El plan pide a la Secretaría de la OMS fortalecer, compartir y diseminar una base de evidencias para apoyar las políticas de intervención con el fin de reducir los factores de riesgo para la demencia que son potencialmente modificables.
Con el objetivo de actuar sobre las causas del Alzheimer o demencia y reducir la incidencia de la enfermedad, la OMS ha desarrollado un conjunto de directrices. Dichas directrices proporcionan la base de conocimientos para los prestadores de atención de la salud, los gobiernos, los encargados de formular políticas y otras instancias que tengan bajo su responsabilidad la definición de estrategias de salud pública. Como muchos de los factores de riesgo para la demencia también son factores de riesgo de otras enfermedades no transmisibles, las recomendaciones se pueden integrar eficazmente alrededor de tres temas:
- Programas de cese del consumo de tabaco
- Reducción de riesgos de enfermedades cardiovasculares y
- Nutrición.
La OMS convocó a un grupo de expertos internacionales que hizo aportes sobre el alcance de las directrices mencionadas (GED) y formuló 12 áreas de intervención sobre las que habría que enfocarse para lograr una reducción del impacto del deterioro cognitivo y demencia. Más adelante, en este documento desarrollo las 12 áreas de intervención.
Sobre la demencia
La demencia es la mayor causa de discapacidad y pérdida de independencia entre las personas mayores a nivel mundial y tiene un impacto significativo no sólo entre las personas que la padecen sino también entre los cuidadores, familias, comunidades y sociedades.
La demencia es responsable por el 11.9% de los años vividos con discapacidad por enfermedades no transmisibles en el mundo. También la demencia lleva a un incremento de los costos de los gobiernos, comunidades, familias y personas y a la pérdida de productividad de las economías.
Se estima que el costo global de la demencia es 818 mil millones de dólares (818 millardos). Cerca del 85% de los costos afectan a las familias y a la sociedad en su conjunto. La mayoría de los sistemas de salud no cuentan con los recursos requeridos para responder a las necesidades asociadas con la demencia. Por lo tanto, el envejecimiento social y los incrementos asociados en la prevalencia de la demencia, probablemente tendrán implicancias importantes en los servicios de salud, para el cuidado de las personas con demencia y el apoyo a las familias afectadas.
Existen muchas causas del Alzheimer y demencia, diferentes entre sí. Se clasifica a las demencias como primarias y secundarias.
Las demencias primarias incluyen: 1) la demencia debida al mal de Alzheimer, 2) la demencia vascular, 3) la demencia con cuerpos de Lewy y demencia frontotemporal (en la que la disminución de las capacidades cognitivas en sí se debe principalmente a un proceso neurodegenerativo subyacente).
El mal de Alzheimer es el tipo más común de demencia. También son comunes los casos de demencia que caen dentro de más de uno de los tipos listados, especialmente en adultos mayores.
Las demencias secundarias son aquellas causadas por o están estrechamente relacionadas con otra enfermedad identificada como SIDA, daño en la cabeza, esclerosis múltiple, desórdenes de la tiroides o deficiencia de vitamina B12.
En las demencias secundarias, el deterioro cognitivo está acompañado típicamente por síntomas en otros sistemas del cuerpo y el tratamiento se enfoca en el manejo de la enfermedad de base.
Las directrices desarrolladas por la OMS se refieren exclusivamente a las demencias primarias. Sin embargo, la demencia que se produce en la edad avanzada es una condición heterogénea y multifactorial y hay algunos factores que pueden contribuir al desarrollo de la demencia más adelante en la vida (no sólo la demencia secundaria).
Factores de riesgo y causas del Alzheimer o demencia
Antes que nada, es importante entender que mientras que envejecer es el principal factor de riesgo para el deterioro cognitivo, la demencia no es una consecuencia natural ni inevitable de envejecer. Distintos estudios recientes han identificado como causas del Alzheimer y la demencia a ciertos rasgos del estilo de vida, como la inactividad física, el uso del tabaco, la dieta inadecuada y el exceso del alcohol.
Por otro lado, ciertas condiciones médicas se asocian con un incremento en el riesgo de desarrollar demencia, entre las que se pueden listar la hipertensión, diabetes, colesterol elevado, obesidad o depresión. Otros factores de riesgo potencialmente modificables incluyen el aislamiento social y la inactividad intelectual.
La existencia de factores de riesgo potencialmente modificables significa que es posible la prevención de la demencia a través de un enfoque de salud pública, que incluya la implementación de intervenciones clave que ayuden a retrasar o ralentizar el deterioro cognitivo y la demencia.
Entre los factores de riesgo no modificables para la demencia se incluyen la genética, la edad, el género, la raza/etnia y la historia familiar.
12 áreas de intervención para actuar sobre las causas del Alzheimer o demencia y recomendaciones
A continuación presento de manera muy concreta las 12 áreas de intervención propuestas por el GED convocado por la OMS, que se asocian con las causas del Alzheimer y la demencia. Incluyo 6 directrices en esta página y las demás en otra página, cuyo link podrás encontrar al final de esta página. Se describen las recomendaciones del GED sobre acciones para reducir el riesgo.
1. Intervenciones que promueven la actividad física
Antecedentes
Un estilo de vida físicamente activo se asocia con un cerebro saludable. En estudios observacionales extensos con períodos de seguimiento que se extienden por décadas, se encontró que las personas físicamente activas son menos proclives a desarrollar deterioro cognitivo y todos los tipos de demencia, en comparación con personas inactivas. Especialmente, se encontró que a mayores niveles de ejercicio físico se puede obtener un mayor efecto protector.
Al parecer la actividad física tiene un efecto benéfico en las estructuras del cerebro. Otros mecanismos que pueden explicar esa asociación son más bien indirectos como los efectos positivos del ejercicio físico sobre otros factores de riesgo cardiovascular modificables, entre los que se pueden listar la hipertensión, la resistencia a la insulina y el colesterol elevado. Igualmente el ejercicio puede influir sobre otros mecanismos biológicos, entre los que se incluyen pero no se limitan a: mejorar la función inmunológica, propiedades antiinflamatorias e incremento de los factores neurotróficos.
Evidencia de apoyo y razonamiento
Con respecto a las intervenciones que promueven la actividad física (por ejemplo, aeróbica, entrenamiento de resistencia o actividad física con múltiples componentes) en comparación con la atención habitual o con la ausencia de intervención, se encontraron cuatro revisiones sistemáticas sobre seis intervenciones diferentes de promoción de la actividad física, que se listan a continuación:
- Intervención con ejercicios aeróbicos en comparación con la atención habitual o con la ausencia de intervención en adultos con una función cognitiva normal.
- Intervención con ejercicios de entrenamiento en comparación con la atención habitual o con la ausencia de intervención en adultos con una función cognitiva normal.
- Intervención con ejercicios multimodales en comparación con la atención habitual o con la ausencia de intervención en adultos con una función cognitiva normal.
- Intervención con ejercicios aeróbicos en comparación con la atención habitual o con la ausencia de intervención en adultos con deterioro cognitivo leve (DCL).
- Intervención con ejercicios de entrenamiento en comparación con la atención habitual o con la ausencia de intervención en adultos con DCL.
- Intervención con ejercicios multimodales en comparación con la atención habitual o con la ausencia de intervención en adultos con DCL.
Al realizar las revisiones sistemáticas sobre las 6 intervenciones, el GED encontró evidencias de distinta fuerza o calidad sobre el efecto que pueden tener las intervenciones que promueven la actividad física sobre la función cognitiva.
El GED llegó a la conclusión de que los efectos deseables de la actividad física pesaban más que los indeseables. En términos generales, hay evidencia de calidad baja a mediana que indican que la actividad física tiene un efecto pequeño pero beneficioso sobre la función cognitiva. Aun en los grupos con DCL, hay evidencia de calidad baja sobre los beneficios cognitivos del ejercicio físico. El efecto de estas intervenciones parece obedecer principalmente al ejercicio aeróbico. Considerando la calidad de la evidencia, se formuló una recomendación firme aplicable a los adultos sanos y una condicional aplicable a los adultos con DCL.
Referencias
2. Intervenciones para el cese del consumo del tabaco
Antecedentes
La dependencia del tabaco es la principal causa de muerte evitable a nivel mundial, causante de unos 5 millones de muertes por año (OMS) y de costos médicos mundiales que ascienden a miles de millones de dólares. El consumo de tabaco es el principal factor de riesgo de varias enfermedades no transmisibles así como muchos tipos de cáncer y se ha demostrado que abandonar el consumo de tabaco reduce significativamente estos riesgos para la salud. El cese del consumo de tabaco también se ha asociado con menos depresión, menos ansiedad, menos estrés, un mejor estado de ánimo y una mejor calidad de vida, en comparación con mantener el hábito.
La dependencia del tabaco también está asociada a otros trastornos y afecciones relacionadas con la edad, como la debilidad y la disminución de la capacidad de trabajo en las personas mayores, así como la demencia y el deterioro cognitivo.
Las intervenciones para tratar la dependencia del tabaco pueden ser muy variadas y consisten en estrategias conductuales o psicológicas junto con diversos tratamientos farmacológicos. Las intervenciones no farmacológicas pueden tener resultados dispares. El asesoramiento (counseling) es el enfoque más frecuente, pero también se han explorado otros, como el cultivo de la consciencia o atención plena (mindfulness), la terapia cognitivo-conductual, la terapia de activación conductual, entrevistas motivacionales, gestión de contingencias y exposición o aversión al humo de tabaco.
Datos de apoyo y justificación
No se encontraron revisiones sistemáticas en las que se comparasen intervenciones dirigidas a dejar el consumo de tabaco contra el caso de ausencia de intervenciones.
Se cuenta con un gran número de datos observacionales disponibles sobre el tabaquismo como factor de riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Esos estudios muestran una asociación entre el tabaquismo (inclusive a mediana edad) y la demencia o el deterioro cognitivo en etapas posteriores de la vida.
Los eventos adversos reportados fueron limitados y se referían solo a intervenciones farmacológicas. Por consiguiente, todo tipo de intervención encaminada al cese del consumo de tabaco probablemente será más beneficiosa que perjudicial.
Aunque no se disponía de evidencia procedente de estudios de intervenciones experimentales, el GED formuló una recomendación firme porque sí se cuenta con considerables datos epidemiológicos y observacionales de buena calidad según los cuales el consumo de tabaco causa daños sustanciales y aumenta el riesgo de demencia.
Referencias
3. Intervenciones nutricionales
Antecedentes
Una alimentación saludable a lo largo de la vida es decisiva para lograr un desarrollo óptimo, mantener la salud y prevenir las enfermedades no transmisibles. Algunos estudios sobre las intervenciones alimentarias han mostrado los efectos de diversos cambios alimentarios en la prevención de muchas afecciones que aumentan el riesgo de demencia, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Modelos mecanicistas y de otra naturaleza realizados con animales, sugieren una variedad de conexiones entre los factores alimentarios y los cambios neuropatológicos presentes en la aparición de demencia.
Por consiguiente, es posible que los factores alimentarios tengan una relación causa efecto con el desarrollo de demencia, tanto de forma directa como a través de su efecto en otros factores de riesgo. En ese sentido, una alimentación saludable puede tener un gran efecto preventivo contra el deterioro cognitivo.
La alimentación de tipo Mediterránea es la más ampliamente estudiada como enfoque alimentario, tanto en términos generales como en relación con la función cognitiva. En varias revisiones sistemáticas de estudios observacionales se ha llegado a la conclusión de que una adhesión alta a este tipo de alimentación está asociada con un riesgo reducido de DCL y de enfermedad de Alzheimer, pero no así cuando sólo es una adhesión leve.
Por otro lado, en participantes con una función cognitiva normal, una mayor adhesión a la dieta Mediterránea va asociada con una mejora de la memoria episódica y del funcionamiento cognitivo en general. Otro enfoque alimentario que es prometedor asociado a una mejora de la función cognitiva es la denominada dieta DASH (Enfoque alimentario para frenar la hipertensión). También se ha analizado una intervención dirigida específicamente a la salud cerebral combinando una alimentación de tipo mediterránea con la dieta DASH, la que se conoce como dieta MIND.
Entre los alimentos y nutrientes específicos, los asociados más sistemáticamente con un riesgo reducido de demencia son las frutas y hortalizas, y el pescado. En muchos estudios de participantes sanos, un mayor consumo de pescado y la ingesta de ácidos grasos polinsaturados (derivados del pescado) se han vinculado a una menor pérdida de memoria. Otros alimentos y nutrientes que se han asociado a un menor riesgo de demencia o deterioro cognitivo son diversos tipos de nueces, el aceite de oliva y el café. También se ha informado evidencia sobre el ácido fólico, la vitamina E, los carotenos, la vitamina C y la vitamina D, pero los resultados no son sistemáticos.
Datos de apoyo y justificación
Los estudios observacionales vienen señalando sistemáticamente que una alimentación saludable se asocia con un mejor desempeño cognitivo, pero la evidencia procedente de estudios clínicos es menos congruente. Es importante reconocer que las intervenciones que consisten en modificaciones alimentarias que mejoran inmediatamente varios aspectos de la ingesta alimentaria tienen mayores probabilidades de promover un mejor desempeño cognitivo que la administración de suplementos con algunos nutrientes solamente. Los factores alimentarios pueden tener efectos sinérgicos que se ponen de manifiesto sólo en combinaciones de alimentos.
Es importante reconocer que las modificaciones en la dieta de distintos aspectos nutricionales al mismo tiempo, es más probable que promuevan un mejor desempeño cognitivo en comparación con la estrategia de añadir únicamente suplementos con algunos nutrientes. Los nutrientes en los alimentos pueden tener un efecto sinérgico que sólo es evidente en el contexto de una dieta variada.
El GED llegó a la conclusión de que los beneficios de una alimentación de tipo Mediterránea y los de una alimentación equilibrada superaban los inconvenientes y formularon recomendaciones condicionales y firmes respectivamente. El GED tomó nota de que la administración de dosis elevadas de vitamina E y suplementos proteicos se ha asociado con efectos indeseables no previstos que pesan más que los beneficios, y recomendó no utilizarlos.
En el caso de adultos, las directrices de la OMS ofrecen las siguientes recomendaciones con relación a lo que debe contener una dieta saludable:
- Una variedad de frutas, vegetales, legumbres (p.e. lentejas, fréjoles), nueces y granos integrales (p.e. maíz sin procesar, y avena, trigo o arroz integrales).
- Al menos 400 gramos (5 porciones) de frutas y vegetales al día. Las papas, camotes (batata, boniato), yuca y otras raíces altas en almidón no se clasifican como frutas o vegetales.
- Como máximo el 10% de la ingesta total de energía debe provenir de azúcares refinados, lo que es equivalente a 50 gramos (unas 12 cucharaditas), para una persona de peso saludable que consuma aproximadamente 2,000 calorías por día. Aunque idealmente debería ser menos del 5% del total de la ingesta de energía para obtener beneficios de salud adicionales.
- Como máximo 30% de la ingesta total de energía debe provenir de grasas. Deben preferirse las grasas insaturadas (presentes en el pescado, palta o aguacate, nueces y en los aceites de girasol, canola y oliva) a las grasas saturadas (presentes en las carnes grasosas, mantequilla, queso crema, aceites de palma y coco, queso crema, ghee y manteca) o a las grasas trans de cualquier tipo, que están presentes en los alimentos procesados, comida rápida, frituras, postres, galletas, margarinas y cremas untables. Se sugiere reducir la ingesta de grasas saturadas a menos del 10% de la ingesta total de energía y las grasas trans a menos del 1%.
- Ingerir menos de 5 gramos de sal por día (equivalente a aproximadamente 1 cucharadita) y de preferencia sal yodada.
4. Intervenciones dirigidas a los trastornos por consumo de alcohol
Antecedentes
El consumo excesivo de alcohol es común en muchos países. En el 2012, 5.9% de todas las muertes a nivel mundial (alrededor de 3.3 millones) fueron atribuibles directamente al consumo de alcohol. Más aún, el consumo excesivo de alcohol es una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial, siendo la causa directa en más de 200 enfermedades incluyendo factores de riesgo para la demencia y lesiones por accidentes.
Existe una extensa evidencia que apunta al exceso de alcohol como un factor de riesgo para la demencia y el deterioro cognitivo.
Se han aplicado varios enfoques en intervenciones dirigidas al uso peligroso y nocivo de alcohol. Las terapias farmacológicas con diferentes tipos de drogas han mostrado diversos grados de eficacia en adultos con desórdenes en el uso de alcohol, aunque ninguna de ellas demostró ser superior que las demás en ensayos de comparación.
Las intervenciones psicológicas y conductuales han mostrado ser efectivas en esos casos y especialmente entre aquellos con hábitos peligrosos de consumo de alcohol. El cribado y la intervención breve en la atención primaria es uno de los medios más efectivos para reducir la morbilidad y las muertes atribuibles al alcohol. Este tipo de intervenciones se describen en la Guía de Intervención mhGAP – Versión 2.0 para desórdenes mentales, neurológicos y de uso de sustancias en ambientes de salud no especializados.
Datos de apoyo y justificación
No se encontraron revisiones sistemáticas sobre intervenciones (conductuales, psicológicas o farmacológicas) dirigidas al consumo peligroso y nocivo de alcohol que previeran una reducción de los riesgos de deterioro cognitivo o de demencia.
Sin embargo, se dispone de un gran número de datos observacionales sobre la relación causa efecto entre el alcohol y el deterioro cognitivo y demencia. En general, los diversos estudios no siempre muestran resultados similares (debido principalmente a diferencias en su diseño), pero el modelo que aparece de manera más sistemática es el de una relación en forma de U entre el consumo de alcohol y la demencia o el deterioro cognitivo, que vincula claramente el consumo excesivo de alcohol con un aumento significativo del
riesgo.
Se ha reportado una variedad de eventos adversos como resultado de las intervenciones farmacológicas encaminadas a reducir el consumo excesivo de alcohol, mientras que no se ha encontrado evidencia sobre eventos adversos (salvo los relacionados con el síndrome de abstinencia) tras las intervenciones, principalmente conductuales, que apuntan al estilo de vida.
El GED concluyó que los beneficios superan a los riesgos y basándose en la sólida evidencia observacional, formuló una recomendación condicional sobre las intervenciones dirigidas a la reducción o al cese del consumo peligroso y nocivo de alcohol.
5. Intervenciones cognitivas
Antecedentes
La demencia va precedida de un deterioro cognitivo. Sin embargo, no todos los que están expuestos a factores de riesgo de demencia pasarán a desarrollar deterioro cognitivo. Se ha propuesto el concepto de reserva cognitiva como un factor protector que puede reducir el riesgo de aparición clínica de la demencia o del deterioro cognitivo. Se entiende por reserva cognitiva la capacidad del cerebro de hacer frente a neuropatologías u otros daños o de compensarlos.
Algunos estudios han mostrado que un aumento de la actividad cognitiva puede estimular (o aumentar) la reserva cognitiva y tener un efecto amortiguador de un deterioro cognitivo rápido. También han mostrado una reducción significativa del riesgo de DCL y de diagnóstico de enfermedad de Alzheimer en quienes tienen niveles altos de actividad cognitiva en comparación con quienes tienen niveles bajos de esa actividad.
Se puede lograr una mayor actividad cognitiva mediante una terapia de estimulación cognitiva o un entrenamiento cognitivo. Se entiende por terapia de estimulación cognitiva la participación en una variedad de actividades encaminadas a mejorar el funcionamiento cognitivo y social, mientras que por entrenamiento cognitivo se entiende una práctica guiada de tareas estandarizadas, específicamente diseñadas para mejorar determinadas funciones cognitivas.
El Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento, de Estados Unidos, ha señalado al entrenamiento cognitivo como una intervención encaminada a prevenir o retrasar la aparición del deterioro cognitivo relacionado con la edad, del DCL, o de la demencia semejante a la de la enfermedad de Alzheimer. Además, las directrices de la OMS sobre la Acción Integrada para Personas Mayores (AIPM) recomiendan la estimulación cognitiva de los adultos mayores con deterioro cognitivo.
Datos de apoyo y justificación
Se han encontrado evidencias de distinta naturaleza sobre los dos tipos de intervenciones cognitivas: 1) Estimulación cognitiva y 2) Entrenamiento cognitivo.
Se hicieron revisiones sistemáticas sobre la estimulación cognitiva en comparación con la atención habitual y con la ausencia de intervención en adultos mayores sanos. Como resultado de la revisión se informó que la mitad de las intervenciones evaluadas resultaron eficaces al mejorar los resultados en al menos un dominio cognitivo (función ejecutiva, atención, memoria, lenguaje o velocidad de procesamiento), aunque la calidad de la evidencia era baja.
Por otro lado, se hicieron revisiones sistemáticas sobre el entrenamiento cognitivo en comparación con la atención habitual y con la ausencia de intervención en adultos mayores sanos. Como resultado se obtuvo que el entrenamiento cognitivo en los adultos mayores sanos tenía un efecto positivo moderado sobre el funcionamiento cognitivo general, aunque la calidad de la evidencia era baja.
También se hicieron revisiones sistemáticas sobre el entrenamiento cognitivo en comparación con la atención habitual y con la ausencia de intervención en adultos con DCL. Como resultado se obtuvo que el entrenamiento cognitivo de adultos con DCL tenía un pequeño efecto positivo sobre la función cognitiva. En este caso la calidad de la evidencia era baja.
En cuanto a los resultados de este tipo de intervención en los casos de demencia incipiente, estos fueron mixtos. En un estudio se informó que al efectuarse el seguimiento al cabo de ocho meses, la mitad del grupo de control pero nadie del grupo de intervención había desarrollado demencia. En otro estudio, un mayor número de integrantes del grupo de intervención había contraído demencia cuando se realizó el seguimiento al cabo de dos años. La calidad de la evidencia era muy baja.
En lo concerniente a la calidad de vida y al nivel funcional, la evidencia era de baja calidad e indicaba que el entrenamiento cognitivo en los adultos con DCL tenía un pequeño efecto positivo en las actividades de la vida diaria, pero no en la calidad de vida.
A partir de esos resultados, el GED llegó a la conclusión de que para el caso de adultos mayores los efectos deseables de las intervenciones pesaban más que los efectos indeseables, y formuló una recomendación condicional sobre el entrenamiento cognitivo. La evidencia sobre la estimulación cognitiva en la reducción del riesgo de demencia era insuficiente y el GED no formuló ninguna recomendación al respecto.
6. Actividad social
Antecedentes
La interacción social es un importante factor predictivo de bienestar a lo largo de la vida. En cambio, se ha encontrado que la desconexión social expone a las personas mayores a un mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia. Una revisión sistemática y metaanálisis de estudios longitudinales de cohortes indicaron que una menor interacción social, un contacto social infrecuente y la soledad se asociaban a una mayor incidencia de demencia.
La Comisión Lancet de prevención, intervención y atención de la demencia, estableció que la interacción social era una intervención que podría utilizarse para prevenir la demencia.
Datos de apoyo y justificación
En el caso de la preservación y promoción de la actividad social, incluida la interacción comunitaria y familiar, en comparación con la atención habitual o con la ausencia de intervención, se obtuvo evidencia a partir de una revisión sistemática en la cual se examinaban casos de adultos con una función cognitiva normal. No se encontró evidencia en el caso de los adultos con DCL.
Con respecto a los resultados en la función cognitiva, la calidad de la evidencia era muy baja. Se identificaron tres estudios controlados aleatorizados que reunían los criterios. Dichos estudios evaluaron la asociación entre la función cognitiva y la actividad social.
En uno de los tres estudios mencionados se encontró que la intervención encaminada a promover la actividad social estaba asociada significativamente con mejoras en la función cognitiva.
El GED concluyó que la evidencia era limitada y no concluyente, por lo que no formuló recomendaciones sobre la actividad social en relación con el riesgo de deterioro cognitivo o de demencia. Además, existe un riesgo de sesgo resultante de una causalidad inversa porque la escasa interacción social antes del diagnóstico de deterioro cognitivo o de demencia puede obedecer al menos en parte al proceso mismo de la enfermedad.
No obstante, el grupo de estudio no formuló ninguna recomendación desfavorable a la actividad social porque llegó a la conclusión de que esta tiene una amplia variedad de otros beneficios para la salud y el bienestar.
Podrás encontrar la información de las siguientes 6 directrices de la OMS en este link.
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