
Hoy en día a todos nos queda claro que tenemos que realizarnos exámenes periódicos para detectar el cáncer como una forma de prevención. Difícilmente alguien podría cuestionarlo. Sin embargo, un estudio reciente arroja resultados que llevan a cuestionar el valor de dicho esquema de prevención.
Se trata de un metaanálisis publicado recientemente que reunió los resultados de 18 ensayos clínicos e incluyó más de nueve años de datos de seguimiento a más de 2.1 millones de personas. Como principal conclusión se sugiere que la realización de pruebas de detección no siempre resulta en una mayor esperanza de vida.
Antes de seguir adelante quiero dejar claro que de ninguna manera estoy planteando que dejemos de hacer los chequeos preventivos de detección del cáncer. Esos chequeos son importantes, sin embargo al hacerlo no estamos reduciendo el riesgo de enfermar de cáncer. Claro, nuestro objetivo es detectar la enfermedad en forma oportuna, lo que da mejores posibilidades de éxito en el tratamiento, pero estamos asumiendo una posición pasiva entregándonos a las estadísticas. Eso significa que no estamos haciendo nada para reducir las probabilidades de que en alguno de esos chequeos nos detecten cáncer. De acuerdo con las estadísticas actuales, a uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres le ocurrirá eso en algún momento de su vida.
Los autores del estudio siguen la misma línea y mencionan que lo que tratan es de crear conciencia para que los pacientes y los médicos puedan tener debates bien informados.
Para reducir el riesgo de enfermar de cáncer (y de todas las enfermedades no transmisibles de esta época), en adición a esas pruebas para detectar el cáncer deberíamos asegurarnos de seguir los rasgos del estilo de vida que inciden en una reducción del riesgo. Eso ya ha sido demostrado en forma extensa. Estamos hablando fundamentalmente de una alimentación con abundancia de frutas y vegetales y poca comida procesada, realizar ejercicio regular y tratar de manejar el estrés.
¿De qué trata el estudio?
En el estudio se compararon los resultados de seis pruebas comúnmente utilizadas para detectar cáncer de mama, colorrectal, pulmón y próstata. El objetivo fue determinar “el tiempo de vida ganado con la detección del cáncer” con la aplicación de esas seis pruebas de detección. Para ello se hizo un seguimiento durante 9 años y se compararon los resultados en el tiempo de vida ganado, entre los casos que se sometieron a las pruebas de detección versus quienes no se realizaban dichas pruebas. Se tuvo en cuenta mortalidad ocurrida por todas las causas. Las 6 pruebas para detectar el cáncer consideradas en el estudio son:
- Cáncer de mama: Mamografía
- Cáncer colorrectal: Colonoscopia, sigmoidoscopia (es menos invasiva que la colonoscopía y solo permite observar la parte inferior del colon) y prueba de sangre oculta en heces (FOBT por sus siglas en inglés).
- Cáncer de pulmón en fumadores y ex fumadores: Detección por tomografía computarizada.
- Cáncer de próstata: Pruebas de antígeno prostático específico (PSA).
De todas esas pruebas se encontró que sólo la sigmoidoscopia tenía un impacto significativo en la esperanza de vida, con un incremento de 110 días.
Principales conclusiones del estudio
Los hallazgos de este metaanálisis sugieren que la evidencia actual no respalda la afirmación de que esas 6 pruebas de detección del cáncer pueden ayudar a salvar vidas. La única excepción de acuerdo con el estudio, es el uso de la sigmoidoscopia para detectar el cáncer colorrectal.
Las pruebas para detectar el cáncer conllevan beneficios y riesgos
Naturalmente, no hay nada absoluto y algunas personas pueden vivir más como resultado de las pruebas para detectar el cáncer. Lógicamente, en la medida que el cáncer se detecte en una etapa temprana, mejor será la posibilidad de éxito en los tratamientos y por lo tanto mejor será la expectativa de vida después del diagnóstico. Igualmente, con los menores daños o complicaciones.
Al mismo tiempo, otras personas que siguen las recomendaciones de hacerse las pruebas de detección del cáncer no son tan afortunadas y algunas viven menos tiempo debido a los riesgos asociados con las mismas pruebas de detección. Según los autores, una colonoscopia puede desgarrar el colon y las prostatectomías invasivas (extracción de la próstata) pueden provocar ataques cardíacos.
Puede que valga la pena realizar pruebas en los casos en que los beneficios superen los riesgos. Al mismo tiempo, los pacientes deberían esperar a que sus médicos les informen con la mayor transparencia los posibles riesgos de las mencionadas pruebas y estén dispuestos a considerar alternativas.
Un estudio del 2022 que revisó 33 pautas para la utilización de pruebas de detección del cáncer encontró que varias no consideraban los daños potenciales de dichas pruebas. Las conclusiones de los autores de ese estudio coincidieron con las del metaanálisis al que me refiero en este post y sugieren que las pruebas de detección del cáncer deberían recomendarse sólo cuando los beneficios superen los riesgos.
Riesgos de los exámenes para detectar el cáncer
El Instituto del Cáncer de Estados Unidos enumera varios posibles riesgos asociados con las pruebas para detectar el cáncer, que incluyen:
- Moretones, molestias o perforación del colon al someterse a una colonoscopia o sigmoidoscopia.
- Exposición a la radiación, que puede dañar las células sanas.
- Resultados falsos negativos, que podrían llevar a las personas a saltarse las citas de seguimiento a pesar de los síntomas persistentes.
- Resultados falsos positivos, que provocan ansiedad y pruebas adicionales innecesarias.
- Sobrediagnóstico de cánceres pequeños y de crecimiento lento que nunca causarían ningún síntoma ni pondrían en peligro la vida.
- Daño psicológico, como estrés excesivo por la preparación para el examen, la espera de los resultados y la preocupación por las pruebas de seguimiento.
En el caso del cáncer de mama por ejemplo, la termografía, que es un medio de detección del cáncer cada vez más común, ofrece un método mucho más seguro que es capaz de arrojar luz sobre problemas metabólicos subyacentes y puede utilizarse sin las restricciones o precauciones que se tienen en cuenta para la mamografía, que implica exponer los tejidos a la radiación que tiene un efecto cancerígeno.
Efectividad de pruebas para detectar el cáncer – Conclusión
La persona o el paciente debería ser en última instancia quien decida si se somete o no a un examen de detección o a un procedimiento quirúrgico y debería tener el derecho a acceder de forma irrestricta a la información que muestre claramente los beneficios y riesgos. Desafortunadamente, las cosas no son así.
Al mismo tiempo, se le da muy poca importancia a los enfoques de prevención asociados al estilo de vida, que está demostrado que pueden dar excelentes resultados en la reducción del riesgo de cáncer. Lamentablemente esos enfoques de prevención todavía se siguen etiquetando falsamente como “pseudocientíficos” o que “no hay estudios que lo demuestren”.
Por ejemplo, existen evidencias sólidas de que el consumo de linaza puede ayudar en la prevención del cáncer de mama, así como para evitar la recurrencia de ese tipo de cáncer. En conclusión: Comer linaza puede reducir la mortalidad por cáncer de mama hasta en un 70 %.
Esta es la punta de un inmenso iceberg de enfoques naturales, muchos de los cuales se basan en la alimentación y por lo tanto, son extremadamente seguros y han resistido la prueba del tiempo.
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